Después de tanto tiempo, aquí me siento, tecleando mientras en cierta manera todo ha cambiado y a su vez, sigue igual. No puedo negar que he subido varios metros en la montaña que me prepara la vida, ya no soy ese chaval perdido que no tenía nada a lo que aspirar, ya no. Ahora tengo unas metas establecidas y sí, señora Psicología, tarde o temprano te acabaré, me costará más o menos, pero ten por seguro de que esta guerra universitaria la pienso ganar. (Nota mental: releer esta entrada varias veces cuando me note bajo de ánimo).
Joey, ¿qué le dirías a tu anterior yo, ese que también escribía aquí?
Fácil.
Querido anterior yo:
Ahora mismo eres más de lo que pensabas que llegarías a ser. Has aparcado proyectos, que obviamente, sigues teniendo en mente y retomarás cuando el tiempo sea venidero. Eso no quita que el camino sea largo, pero mejor luchar en él que acabar dejándolo por fácil, sabes que te gusta lo complicado. Tienes de los mejores amigos que puedes tener y una pareja que te apoya, saben tus defectos y aún así, siguen a tu lado. Su recuerdo sigue en tu vida, pero ya no caes de una manera tan fácil en esa espiral, sabes superarla, tienes la fuerza para no dejarte hundir por el pasado. Pero también sabes que en algunos momentos te ayuda, tanto el pasado como su recuerdo, porque te ayuda a pelear por lo que quieres. No sé que más decirte, porque hablarse a uno mismo es complicado. Recuerda, nunca dejes que te tiren al suelo. Vales mucho más que eso.
Futuro yo, espero que nos mandes una carta para darnos simplemente pistas de cómo seguir, cual juego de piratas. Queremos encontrar el tesoro, y seguro que tú ya lo tienes. Porque con el apoyo del pasado y aquí el presente, el futuro no fue un camino tan difícil. No tardes en mandar la señal, ¿eh? Si fuese como la que se manda Marshall acompañada de comida estaría más que bien.
Sinceramente vuestro,
El Joey del presente.